Charlotte Perriand (1903-1999)
A hombros de gigantes
Nacida en París, estudió diseño de mobiliario en la escuela de la Unión Central de Artes Decorativas. Sus proyectos escolares fueron seleccionados para formar parte de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de 1925.
Recibió grandes elogios por su proyecto «Bar sous le toit»; incluso Le Corbusier quedó fascinado y le ofreció un trabajo en su estudio, a pesar de haberle dado con la puerta en las narices al grito de “aquí no bordamos cojines” un par de años antes.
Durante esa etapa se encargó del trabajo de interiores y en 1928 diseñó tres sillas: la silla con respaldo de sling B301, la silla LC2 Grand Confort y la chaise longue B306. La característica principal de estas sillas eran los marcos de acero tubular. Después de dejar Le Corbusier, empezó a trabajar con Jean Prouvé.
Durante la guerra, Perriand diseñó cuarteles militares y mobiliario para alojamientos temporales. Cuando los alemanes llegaron a ocupar París en 1940, fue obligada al exilio en Vietnam como asesora oficial de diseño industrial del Ministerio de Comercio e Industria, experiencia que le sirvió de inspiración en sus siguientes creaciones, cuya base estaba compuesta por materiales naturales como la madera y el bambú.
Regresa casada a París y abre su propio atelier en el que establece definitivamente sus principios fundamentales de diseño: confeccionar un mobiliario funcional, bello y asequible, producido en masa para llegar a una población ávida de optimismo después de dos grandes guerras. Y así son sus muebles, optimistas, con cierto aire espontáneo que transmiten alegría de vivir.
Posteriormente colabora de nuevo con Le Corbusier, en el proyecto común Unidad Habitacional, en el que Perriand sienta las bases de la distribución de la vivienda familiar que conocemos en la actualidad con tres elementos básicos: amplitud, intimidad y mucha luz natural.